La medida de un niño. Montse Vázquez

osita05Han pasado tres largos años. Tres años que paradójicamente, han volado. Mi niña ya no toma corticoides y su comportamiento ha mejorado ostensiblemente. Resulta que un tratamiento agresivo con cortisona puede incluso producir psicosis. ¡Qué sorpresa! O más bien, no. Y ¿sabéis? Aunque saber eso no hubiera cambiado lo que mi hija y nosotros, sus padres y su hermano, pasamos, os aseguro que lo hubiera vuelto más sencillo. Comprender el porqué de las cosas siempre ayuda a posicionarse y reaccionar con cordura.

Pero a lo que iba… porque hoy de lo que quiero hablar es de nuevo del entorno escolar.

Tras todo este tiempo de aguantar como algo irremediable la situación descubrí como suele pasar, de manera casual, que las cosas podían ser de otra manera. La escuela, me vais a permitir la generalización aunque soy consciente de que hay honrosas excepciones, no suele estar abierta a cambios que supongan diferenciaciones entre alumnos. Lo que mejor funciona desde el punto de vista de la institución es la homogeneidad. Lo entiendo. He trabajado con niños. Pero detrás de ese muro aparentemente infranqueable se esconden muchas otras posibilidades.

Pero este año las cosas han cambiado. Con siete años, he logrado para mi hija una reducción de horario. Previo informe médico, el colegio ha solicitado este cambio a la inspección. Ha sido algo sencillo. Sorprendentemente sencillo. Ahora sale antes del colegio, a tiempo para comer en casa y acostarse en su cama a descansar.

osita005Y estoy contenta. Pero además estoy enfadada. Enfadada por todos los años de sufrimiento que mi hija y yo hemos padecido. Enfadada con los médicos que no recomendaron esa medida a tiempo; enfadada con el colegio, que no fue capaz de indicarme que esa posibilidad existía y me dejaron creer que no tenía más remedio que soportar; y enfadada conmigo misma por no haber plantado batalla antes, por no haber sabido ver antes lo que había que hacer.

Mi hija está enferma y aún así, el sistema la ha atropellado miserablemente esperando a que una madre, abrumada por las circunstancias, encontrase ella sola el camino. Pero ¿y qué ocurre con otros niños que, por otros motivos también son atropellados?

osita01Por ejemplo, los pequeños recién llegados a sus familias de adopción, tratando de acostumbrarse a su nueva vida, que son escolarizados según su edad, sin tener en cuenta nada más. Es una brutalidad y una falta de sensibilidad que simplemente mira, como siempre, por el interés de la institución que debe seguir rodando sin detenerse. Nadie, espontáneamente, va a hacer un informe recomendando el atraso de la escolarización o la incorporación paulatina, o la adaptación curricular… Pero los padres, observadores de las necesidades reales de sus hijos, pueden buscar el respaldo profesional que les avale ante los colegios y tratar de conseguir lo que realmente, sea más adecuado, más sano y más respetuoso con los niños. Un poco más a su medida.

 

Nota de la editora:

«La medida de un niño»   es una parte del  interesante post que con este título nuestra colaboradora Montse Vázquez en su blog  enesteprecisoinstante.blogspot.com , nos hace  reflexionar con su sensibilidad y su franqueza al mismo tiempo que  nos informa de algo que muy pocas familias conocen: el derecho a la reducción de horario de muchos de nuestros niños . Os recomendamos su lectura completa.

 

gracias

Montse Vázquez. Periodista, Publicista. Escritora.Empresaria y madre por partida doble. 

|www.tulibroamedida.com

enesteprecisoinstante.blogspot.com

 

 

 

 

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