Tu sabes cuál es mi dolor por favor dame calor. Iñigo Martínez de Mandojana

“Sabe Dios lo que pasó

está escrito en mis entrañas

la zarpa que desgarró

mi túnica de pasión”.

Estos juegos sin duda han tenido a una protagonista por encima de cualquiera, y lo curioso es que no ha sido por sus proezas deportivas sino humanas. Muchas emociones y pensamientos han pasado desde que apareció aquel primer día junto a sus compañeras en el centro de gimnasia de Ariake, convirtiéndose en el icono feminista de alguien, que a pesar de su historia de vida, había dado un golpe de fuerza encima de la mesa del destino para decir que ahí estaba para ser mujer, gimnasta, afroamericana, un ejemplo a seguir de superación y en la que mirarnos. Nos encantan esas historias de trauma y superación y así lo recogen los rotativos, las redes sociales y las conversaciones en los chiringuitos de tardeo antes de que abandonara su participación por un cuadro de ansiedad. Estábamos hasta entonces ante alguien que había mirado al trauma a los ojos para decirle hasta aquí, a pesar de tener que ser tutelada por los servicios sociales con tres años de su hogar por la situación de riesgo a la que estaba expuesta por los consumos y desatenciones familiares, o más allá de los abusos sexuales del médico de su equipo durante toda la niñez y adolescencia convirtiéndose para el público, los patrocinadores, los jueces y compañeras de aparatos en alguien a la que encumbrar al monte del Olimpo buscando que ganara otras cinco medallas de Oro en superación, resiliencia y fuerza. Esos días dos pensamientos me atormentaban pensando por un lado en qué presión tenía que estar aguantando la atleta de 24 años cuando te obligan a asumir ese rol que ella no había elegido.

Myers es un chico de 11 años que lleva escuchando a lo largo de su periplo escolar que tiene muchísimas capacidades y competencias escolares pero que no las aprovecha. Que si se centrara un poco más y dejara de llamar tanto la atención a través de sus conductas disruptivas e histriónicas sería un alumno top. Un run run que se ha convertido en su BSO y que le persigue allá donde va.


Por otra parte, también me empezaba a chirriar una vez más esa necesidad de poner al trauma en primera fila, como prota de las historias de las personas y lo que buscaba una y otra vez por el ciberespacio sin éxito es ¿Qué personas formaron parte de su historia de acompañamiento en el dolor? ¿Quiénes le dieron y le dan seguridad para hacer esas locuras sobre las asimétricas, o sobre los 10 centímetros de ancho mientras las espinas seguían dentro de ella? ¿Cómo y con quién recuperó la conexión, la calma, la confianza? ¿Quién la cuidó, la curó, la hizo reír, facilitó que le salieran las alas? ¿Quién vio su dolor y le dio calor? Pues nada, agujero negro cibernético.

Isa tiene hoy 21 años, y me cuenta que hoy está estudiando un FPB gracias a un profesor sustituto que tuvo, que le ordenaba la carpeta, le ponía ejercicios que podía hacer, le hacía sentirse especial. Compartieron 5 meses de camino y no han vuelto a verse, pero en su álbum de recuerdos tiene un montón de fotos que le siguen dando mucha energía en su día a día. Es cierto que fue ella la que remontó, floreció, y tomó decisiones, sin embargo alguien encendió esa chispa de magia y le permitió dar un volantazo a la línea temporal en la que se movía.

 

Simone, se plantó y nunca llegaremos a saber lo que le pasó por su cabeza pero sí que ha puesto encima de la mesa que a veces ser vulnerable es una manera de mostrarse fuerte, como diría Brené Brown. La resiliencia como dice mi amigo Javier Romeu es un proceso dinámico, y como tal es cambiante, líquido, pero que en la ecuación las personas, la red, los apoyos juegan un papel fundamental. Lo sabía bien Antonio Flores cuando entonaba la carne viva cicatrizó, pero la herida sigue debajo, hablándonos del dolor de la memoria implícita sin que él supiera que es eso. La vida es una cuestión de equilibrio, y gran parte de éste depende del entorno y de las personas con nombres y apellidos porque la fuente de displicencia sigue siempre ahí.  Somos las conversaciones y momentos que hemos pasado con las personas, le escuché una vez a Anna Forés, y hoy me encantaría poder leer y saber de esas personas especiales que como el hombre de hojalata, el león, o espantapájaros acompañaron a Dori en su camino hacia Oz, lo hicieron con Biles. De esta manera me reitero en que el mejor recurso que tiene el sistema de protección a la infancia es la relación. Una relación que reconoce el dolor y le da calor, como en la canción de Antonio Flores, que no crea falsas expectativas y que es muy respetuosa con el chico y chica.

 

  Brown, B. (2012) El poder de ser vulnerable

Imagen de  Flying High de Michelle Meadows; ilustraciones de Ebony Glenn

Os invitamos a leer otros artículos que atesoramos en esta web escritos por Iñigo Martínez de Mandojana de los que a continuación hemos hecho una selección:

Llenos de nadismos. Iñigo Mtz. de Mandojana

De puto milagro. Por Iñigo Mtz. de Mandojana

Escuchar con los ojos. Iñigo Martínez de Mandojana

Sintonizando con el dolor del otro. Iñigo Martínez de Mandojana

ABOOKCIÓN.Profesionales portadores de Oxitocina. Los Buenos Tratos Profesionales. Iñigo Martínez De Mandojana

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