Película interesante, a veces divertida y ciertamente dramática , sobre un acogimiento en familia, no  deseado, pero que acaba transformando a  todos los implicados:  tía , sobrina, y a un tercer elemento, Mario, que acabará formando parte de sus vidas.
Martha, una estupenda cocinera,  es tan rara en su comportamiento y tan introvertida, que es enviada a psicoterapia por su jefa, la dueña del restaurante donde trabaja, pues tienen conflictos importantes, incluso con los clientes. (La parte de la psicoterapia es un puro gag cómico).
Al morir su hermana, se hace cargo de su sobrina, pero la niña, debido a su duelo, está irritable, retraida, no come, se escapa del colegio, y en general tiene un comportamiento problemático con la tía.
Aparece un hombre, en sus vidas, el nuevo compañero de Martha en la cocina, un italiano todo lo opuesto a ella ( juguetón, desordenado, invasor, expresivamente pasional…).
Al principio Martha  lo vive como amenaza, pero al ver como trata a Lina, su sobrina, y como hace que, ésta, coma, que sonría, acaba dejándolo acercarse las dos y tiene un romance con él. Un hombre con santa paciencia, como para soportar todos los desplantes, rechazos y frialdades de una mujer bastante neurótica. A la que acabará permitiéndole, con su amor y sabia actitud, que se transforme y libere su capacidad de amar, que estaba sublimada en la cocina. (Algo parecido vimos en la historia de Madres e Hijas, en donde los hombres que se acercan con verdadero amor, y mucha paciencia, a esas dos mujeres que sufrieron tanto, consiguen transformarlas).

Todo esto hará que se resuelva la situación de abandono de Lina, de la manera más satisfactoria existencialmente, para todos.