Preparación del tiempo de espera en los niños que van a ser adoptados. Por Montse Lapastora

Hasta ahora se ha dado mucho énfasis a lo que los padres que van a adoptar un niño o niña pueden hacer o sentir en el tiempo de espera, pero poco se ha hablado de la espera de los niños.
Cuando los niños y niñas están esperando para ser adoptados, es fácil entender la angustia o ansiedad que pueden sentir, pues lo que se les presenta, que no siempre se les ha explicado con detalle, es dejar todo su entorno, y aunque este no sea el mejor para ellos, es el suyo, es el que conocen, es su mundo conocido y eso siempre da cierta seguridad, para adentrarse en uno totalmente desconocido, que como tal generará inseguridad y miedo.
Parte de la información que pueden tener, es saber que unos señores se les llevarán a un lugar también desconocido. Si no se les ha informado de todo lo nuevo que van a conocer y de los cambios que van a experimentar, es lógico entender la angustia que pueden sentir. Los cambios a todos nos generan incertidumbre, aunque sepamos que sean para mejor. Pensemos en la vulnerabilidad de estos niños y niñas, que les llevan de un lado a otro sin que muchas veces se les pregunte, sin saber qué les va a pasar.
Cualquier persona en esta situación se sentiría vulnerable y con ansiedad, y me refiero a en personas adultas, con una personalidad hecha, con recursos para defenderse. ¡Ellos no tienen nada de eso!
Vamos a ver qué cosas podemos hacer para que la espera no sea tan estresante.

Bebés de 0 a 2 años

Si es un bebé el que está en espera de ser adoptado, su cerebro estará en modo alerta, no sabrá qué va a pasar, pero la incertidumbre estará grabada en su mente. Según Françoise Doltó, una reconocida psicoanalista francesa, a los bebés también hay que explicarles lo que va a pasar, hay que cogerles en brazos, mirarles a los ojos y decirles, por ejemplo, que pronto vendrán sus papás a buscarle, que dentro de poco estará en una familia que le cuidará para siempre, que entendemos su miedo, que esté asustado, pero que esta situación pasará y que en un tiempo estará en los brazos de unos padres que siempre le querrán.
Cada persona que esté con el bebé podrá decirle algo parecido con sus propias palabras, con su estilo personal y tendrá que repetírselo muchas veces, no es suficiente decírselo solo una vez. Tanto los bebés como los niños, necesitan muchas repeticiones para ir integrando la información, sea esta a nivel sensitivo, emocional, corporal o cognitivo.

En este periodo de espera, lo ideal sería que el cuidador siempre fuera el mismo, para que pudiera establecer un vínculo con él, eso no solo le daría más seguridad, tanto en la espera como en su vida futura, sino que el bebé aprendería a vincular, algo que solo se aprende con la experiencia, si un bebé no ha vinculado nunca con nadie será difícil que lo haga más adelante con otras personas, al menos de una forma adecuada.

Niños y niñas a partir de dos años

En estas edades también habrá que explicarles cómo va a ser el proceso de adopción, qué va a pasar, cómo se va a realizar y recurrir al pensamiento concreto de los niños y niñas para que sea más fácil incorporar la información.

Por ejemplo, se les puede decir que dentro de un tiempo vendrá a buscarle un señor y una señora

(o como sea su futura familia), que estarán conociéndole durante un tiempo, que les llevarán a pasear, a jugar, a montar en columpios, a comprar golosinas, etc. y que esos señores se convertirán en sus papás, en su familia para siempre.

En el centro de acogida o en la institución en la que se encuentren, habrá niños y niñas que se vayan marchando con sus familias y otros que se quedarán. A estos habrá que  explicarles que, si a ellos todavía no les han adoptado, no es por su culpa, no es porque ellos hayan hecho algo malo, sino que es porque todavía no han encontrado a una familia adecuada para ellos.

Tanto en el primer caso, cuando van a ser adoptados en breve como en los que se quedan, hay que permitirles que pregunten todo lo que quieran, habrá que escucharles, tanto en el lenguaje explícito “por qué a mí no me adoptan” como en el implícito, por ejemplo, si un niño está más enfadado que de costumbre o empieza a hacerse pis cuando se ha ido un compañero, habrá que poner palabras a ese hecho: “parece que estás triste porque se ha ido tu amigo”, “tengo la sensación que desde que sabes que te vas a ir estás más nervioso, a lo mejor es que te da miedo irte”. Tanto en el caso de que el niño o niña exprese de forma explícita o implícita sus temores, habrá que recogerlos, aceptarlos y validarlos y calmarles explicándoles lo que necesiten saber, además de ir desmontando las fantasías que puedan haber elaborado respecto a su marcha o a su permanencia en el centro.

Animarles en todos los casos a que hagan preguntas y por otro lado explicarles lo que puede pasar y lo que pueden sentir. Los niños y niñas deben saber que cuando se vayan con sus papás, un señor y una señora (o como sea su futura familia),, desconocidos para ellos, pueden sentir miedo, soledad, que no encajan con esas personas, confusión, alegría, incertidumbre e inseguridad. Hay que explicarles que es normal que al principio no quieran a esos señores, que incluso les tengan miedo, pero que poco a poco sus sentimientos hacia ellos irán apareciendo, que con el paso del tiempo les querrán, pero que no tienen que obligarse a quererles de forma repentina.

Cuando van a salir en adopción es necesario explicarles todo con mucho detalle, enseñarles fotos de sus futuros papás, de la casa, del entorno. Enseñarles en un mapa el lugar al que van a ir, cómo van a realizar el viaje, en coche, en tren, en avión, etc., qué cosas o costumbres importantes hay donde van a ir. Lógicamente todo esto habrá que ir transmitiéndolo poco a poco y según la capacidad de asimilación del niño, se trata, por ejemplo, de que cuando vaya a subir a un avión sepa lo que es y no haga el viaje aterrorizado porque nadie le explicó lo que era un avión. Recuerdo un niño que me contó que cuando subió al avión (venía de Rusia) estuvo todo el tiempo aterrorizado porque no sabía en qué momento la señora que venía con él iba a quitarse el cinturón de sus vaqueros y le iba a pegar con él. ¡Algo que nosotros ni consideramos, para ellos puede ser una fuente de terror!

Hay que explicarles lo que es una familia, lo que es una mamá y un papá, cómo va a ser su familia en concreto, si está compuesta por una mamá sola, si por dos mamás, si por un papá y una mamá, si por dos papás, si hay hermanos, mascota, etc.

Pedirle que haga dibujos de su familia futura, de cómo se imagina cuando esté en su casa, de que le gustaría tener, qué no le gustaría tener, etc. se trata de que pueda ir proyectando en un papel sus deseos, sus miedos, fortalezas, etc.

Buscar algo que le dé continuidad cuando se vaya, fotos de las cuidadoras, de sus amiguitos, piedrecitas u hojas de los árboles del jardín o cercanos, música del lugar, grabar la voz de su cuidadora principal, algo que puedan tocar y que pertenezca a su mundo preadoptivo.

A lo largo de todo el proceso de espera permitirles que hagan todas las preguntas que se les ocurra sobre sus padres y sobre todo lo nuevo que va a vivir, preguntarles también qué les gustaría que supieran sus padres de él o ella.

Aunque algunos niños no pregunten, serán los adultos los que den respuestas a lo que el niño o niña puede tener en su cabeza. Por ejemplo, “supongo que estarás asustado/a al tener que irte de aquí”, “seguramente te preguntarás cómo serán esos señores, si te van a tratar bien”, etc.

Aunque los adultos demos por hecho el que van a ser bien tratados, ellos no tienen por qué pensar así, puesto que su experiencia no es la nuestra, por lo tanto, transmitirle que nos hemos asegurado de que sus futuros papás le van a tratar bien, que nos hemos asegurado de que no le van a hacer daño.

Se les puede proporcionar un cuaderno en el que vayan apuntando todas las preguntas que se les ocurran respecto a sus padres y a su futuro, responderlas y dejar en blanco las que no se sepan para que luego las vayan rellenando con las respuestas que obtengan con su nueva familia.

Este cuaderno se lo llevarán, junto con las cosas que hayan ido recopilando para mantener una continuidad lo mejor que se pueda. Este cuaderno también puede ser un buen regalo por si en el futuro quieren hacer su búsqueda de orígenes. Cuando son pequeños, será su cuidador quien vaya escribiéndolo todo para que tengan ese maravilloso recuerdo.

En lo que se pueda, mantener los vínculos que haya establecido, con una cuidadora, con una mamá de acogida, con un profesor, con un tío, con cualquiera que haya formado parte del mundo afectivo del menor, eso siempre es enriquecedor y le dará cierta seguridad.

En el proceso de espera de los niños y niñas que van a ser adoptados, se trata de calmar lo más posible toda la angustia que puedan tener cuando no saben qué va a pasar con ellos, se trata de aportarles la mayor seguridad posible para que se sientan libres de preguntar todo lo que les preocupe, de que expresen sus miedos de que la incertidumbre por la que necesariamente tienen que pasar se minimice.

Repetir, como si fuera un mantra, que no son malos, que ellos no tienen la culpa de lo que está pasando, ni del tiempo de espera ni de nada.

Hablémosles de lo que les va a pasar, es su vida, les pertenece y tienen derecho a saberlo.

Os invitamos a conocer más en profundidad  a Montse Lapastora a través de los artículos sobre adopción que ha escrito para Adopción Punto de Encuentro de cuya colaboración nos sentimos especialmente orgullosos. PINCHA AQUÍ.

Es una sección donde se recogen herramientas, experiencias e instrumentos en los que podrán apoyarse los profesionales para que puedan preparar tanto al niño o niña como a los futuros padres para la adopción. Ya que han de ser  instruidos y capacitados para ser adoptados y ser adoptantes. Niños, niñas y padres y madres. ¿Quieres saber más?

 

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