La disociación infantil es una forma en que algunos niños se protegen cuando viven algo muy doloroso, confuso o que los asusta mucho. Como no saben cómo enfrentarlo ni tienen recursos suficientes, su mente se «desconecta» de lo que está pasando o de lo que sienten, como si se fueran a otro lugar por dentro. A veces parece que están distraídos, en otro mundo, o que no recuerdan bien ciertas cosas. No lo hacen a propósito: es una manera de cuidarse cuando no hay otra forma.
De esto va Las guardianas de Noa, un cuento que toca el corazón. Con palabras suaves y mucho cuidado, nos cuenta la historia de Noa, un niño que ha pasado por cosas que duelen, que confunden, que asustan. Como muchos niños que no saben cómo ponerle nombre a lo que sienten, Noa encuentra una forma de seguir adelante: su mente crea a unas hadas guardianas que lo acompañan, lo cuidan y lo protegen a su manera cuando todo se vuelve demasiado para poder afrontarlo. No son simples amigos invisibles; son una forma que tiene Noa de ponerse en otro lugar, de intentar procesar lo que todavía no puede confrontar solo. Son su forma de representar su duplicidad, su manera de expresar para sí mismo sus pensamientos y sentimientos, que se fraccionan mientras trata de resistir.
La historia se acerca con tiento y acierto (como no podía ser de otro modo, por la profesionalidad y el conocimiento de quienes la escriben) a lo que sienten muchos niños que han pasado por cosas difíciles. Habla de emociones complejas sin ponerles etiquetas. De forma simbólica, nos presenta una realidad terrible —producto seguro del trauma y del sufrimiento— de una manera sutil y amorosa. Con un lenguaje sencillo y lleno de imágenes, el cuento logra mostrar algo que muchas veces pasa desapercibido: cómo un niño puede alejarse de sí mismo, casi sin darse cuenta, para poder soportar lo que le duele.
Las guardianas de Noa no es solo una historia: también puede ser una forma de abrir conversaciones que a veces cuestan. Ayuda a poner en palabras lo que muchos niños sienten y no saben cómo decir, y también acompaña a quienes los rodean —familias, docentes— a reconocer lo que sucede y poder ayudar desde la comprensión. Las guardianas de Noa nos recuerda algo esencial: la supervivencia y la resiliencia. Incluso en medio del dolor, la mente busca maneras de sobrevivir a la tragedia persistente, imaginando otro camino.
Para ayudar al niño, a lo largo del cuento se plantean delicadamente una serie de preguntas que pueden servir como pistas o formas de acompañamiento (¿Alguna vez has querido salir corriendo de una situación en la que te sentías acorralado? ¿Te gustaría que algo desapareciera de tu vida?). Y para ayudar a los “adultos que un día fueron pequeños”, al final del cuento hay una explicación muy accesible sobre la disociación infantil, el trauma temprano y las causas que pueden dar origen a esa necesidad mental de refugio que es la desconexión.
Todo ello hace que esta historia sea un gran acierto de sus autoras, Montse La Pastora y Noelia Mata, al explicar y dar visibilidad a esa respuesta de protección del cerebro frente a experiencias muy difíciles, que muchos niños usan para protegerse.
No quiero dejar de nombrar a Paula Marco, que ha sabido ilustrar de manera formidable este cuento terapéutico, que sin duda te mueve por dentro.
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