El vínculo. Esa corriente que a veces no fluye.

enchufe1Tanto los padres adoptivos que ya tenemos aquí a nuestros hijos como los que están esperando adoptar, han tenido que pasar por  la obtención del CI (Certificado de Idoneidad), que es, para quien no lo sepa, un título que acredita  la capacidad para ser padres adoptivos y que yo tuve que renovar dos veces: una porque se nos había caducado (caduca cada tres años) y otra porque pedimos el CI para  grupo de hermanos.

En los 4 años que tardamos en adoptar a nuestros hijos, a parte de los cursos y las entrevistas y todas las pruebas por las que se pasa para conseguir el anhelado CI, estuve preparándome mucho, por mi cuenta,  y me vais a permitir el símil, pero  toda es preparación , que es por demás necesaria, y que sirve -y mucho- para después,  en el primer momento me hizo sentir como quien obtiene el título para ser electricista, se prepara para ser el mejor electricista del mundo y cuando llega la hora de la verdad… resulta que sabe un montón de teoría pero no ha visto en su vida un enchufe.

Con el vínculo pasa un poco eso, es como un interruptor por el que no acaba de fluir la corriente y tienes que averiguar qué le pasa: si  tiene un mal contacto o un cortocircuito o  está mal configurado, y sea lo que sea hay localizar la avería y volver a configurarlo.

Cada niño y cada caso es diferente,  lo que sirve  para uno no sirve de nada para otro.

Localizar la «avería «

stop bomMi experiencia como madre desmonta la teoría de que adoptar un niño “mayor” es más problemático que adoptar a uno más pequeñito.

«Ficha técnica»: Adopción internacional, niña , 7 años  5 viviendo con su familia de origen.

Con esa edad los niños son muy conscientes de su historia, tienen recuerdos y una gran lealtad hacia sus progenitores, da igual lo que hicieran y porqué hayan tenido que ser institucionalizados.

A pesar de que ser una niña cariñosa con unas enormes ganas de querer y de ser querida, mi hija no se abrió a nosotros hasta que no se dio cuenta de que para querernos a su padre y a mí no tenía que dejar de querer a nadie, sobre todo que  quererme a mí, aceptarme y nombrarme «mamá» no significaba traicionar a su madre biológica. La avería, el problema, por el que no terminaba de fluir esa corriente tan deseada entre nosotras que es el vínculo afectivo, era claramente un cortocircuito.

Por mucho amor que los padres adoptivos les demos a nuestros hijos, que sintamos por ellos, el vínculo es una carretera de dos direcciones y aunque nosotros recorramos nuestro tramo y nos acerquemos a su corazón y llamemos a su puerta…si ellos creen que para dejarnos habitar en él, han de desahuciar a las personas que ya lo habitan…  van a vivir ese amor como un problema y se van a resistir a dejarnos entrar. Cuando ella entendió que no tenía que sacar a nadie de su corazón sino sumarnos a nosotros, todo empezó a fluir de otra manera.

El escollo con mi “enchufe” pequeño fue algo bien distinto. Llegó a nuestra familia con algo más  de dos años pero cuando fue institucionalizado a la vez que su hermana tenía pocos meses, fue a un centro  distinto (separados por cuestión de edad) y estando allí pasaron casi otros dos años. Cuando se volvieron a ver, la niña estaba impaciente, se acordaba mucho de su hermano y fue lo primero que nos preguntó cuando la conocimos, pero él, cosa normal, no se acordaba de ella.  Tampoco era consciente ni sabía que tenía otra madre, otra familia… entonces…¿Qué le impedía vincularse con nosotros, sus padres adoptivos?

Mi explicación, siguiendo con el símil eléctrico, es porque sus cables -tan tiernos y nuevecitos- se habían quemado.
Un niño tan pequeño que depende de los adultos para sobrevivir, necesita de una persona que haga de su mundo un sitio confiable y previsible. Si pide ayuda porque tiene hambre, sed, se siente  incómodo, tiene miedo, o se encuentra mal y no es atendido cuando lo necesita sino cuando le toca, porque hay 20/30 niños demandando lo mismo y al mismo tiempo, el pequeño se “quema” y pierde la confianza en los adultos. Viene a ser un poco “si tu pasas de mí, yo paso de ti”. Se vuelve -o trata de volverse-,  autosuficiente ( se automecen, se autoconsuelan…).

chupetin leyendaCuando mi hijo llegó, aunque había mucha chispa entre nosotros porque es un niño super chispeante y muy zalamero, yo tenía la impresión de que para él era poco más o menos una jefa de suministros, y es muy difícil vincularte a los niños cuando además te tienes que pasar la mayor parte del tiempo poniendo normas y límites y “cortándoles el rollo”, porque con esa edad se ponen en peligro continuamente.  Esto tan normal y cotidiano es muy diferente cuando tienes a tu hijo desde el minuto cero, porque esos dos años que vive contigo, cuando llega el momento en que tienes que reprenderle, el niño confía en ti, eres su persona de referencia, te quiere y le importas.

Al principio estaba asustada y sobrepasada con mis hijos y había días que me iba a la cama desolada, con la impresión de que para evitar algún accidente grave (a los tres días de llegar, mi hijo se partió una ceja), tenía que estar continuamente en modo batalla y  me recordaba a mi misma mucho más a la srta. Rottenmeier que a la madre dulce que yo imaginaba iba a ser.

Durante un tiempo  mi pequeño se iba con cualquiera, con quien fuera que le aupara parecía estar mejor que conmigo, ya sabemos que esto es «de manual»  y aunque ya digo que de teoría andaba bastante bien, eso no impedía que se me rompiera el alma cuando desde los brazos de la persona que fuera, mi hijo me saludaba con la mano como diciéndome ¡hala, ya te puedes marchar…!

25983148_sFue muy poco a poco que esos cables peladitos se recompusieron, no resulto fácil y a veces sí muy doloroso, y si alguien me pregunta en qué se nota que el vínculo se ha creado, le diría en que a mis hijos les importo. Más allá de ser jefa de suministros, más allá de que me necesiten de una manera práctica. Les importa lo que yo sienta y lo que ellos me hagan sentir, y en que ahora, seis años después, hacen muchas cosas o dejan de hacerlas, no por las consecuencias, sino por el simple (¿?) hecho de que mamá no se disguste o para que mamá sea feliz.

No doy el tema por acabado. El vínculo es un asunto serio que no se cierra ni mucho menos cuando nuestros hijos nos adoptan a nosotros como padres. Es una cosa estupenda cuando sucede, pero hay que seguir reforzándolo y hasta reconstruyéndolo en momentos de crisis, que puede haberlos y hacer que salten los plomos (mi hija está entrando en la adolescencia y ya sabemos que este puede ser un momento de alta tensión si a los procesos normales les sumamos el tema de la identidad).

Esperemos que hayamos reparado y reconfigurado bien cada una de las instalaciones. No en vano siempre digo y les digo que son mis hijos de luz.

 

 


 

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