Un curso escolar suele tener un mínimo de 175 días lectivos en las enseñanzas obligatorias. A razón de 5 horas de clase por día, supone un total de 875 horas cada curso. Si multiplicamos este número de horas por los 10 años de enseñanza obligatoria, suponen 8.750 horas. Si le añadimos los tres años de educación infantil resultan un total de 11.375 horas. Es decir, nuestros hijos e hijas pasan una parte importante de su infancia y adolescencia en instituciones educativas.
Un adulto que trabaje 8 horas al día, en los nueve meses de curso escolar suma un total de 1.400, que multiplicado por 13 años de escolaridad que viven nuestros hijos/as, suponen 18.200 horas. ¿Cómo viviría ese adulto si un porcentaje alto de ese número de horas, estuviera siendo insultado por sus compañeros de trabajo con expresiones como las que sufren muchos niños y niñas adoptados en el colegio: “negro de mierda”, “cara plana” “vete a tu país”, esa no es tu familia de verdad”, “te abandonaron porque eres malo o porque no te querían”, etc. Si, además, hacemos una extrapolación a la vida adulta y los compañeros hicieran comentarios del tipo: “tu marido te ha abandonado porque eres mala” o “tu pareja te ha puesto los cuernos porque no vales la pena”, ¿Cómo lo viviríamos?
Muchos niños y niñas adoptados tienen que oír cada día algunos de los comentarios antes citados. Con frecuencia, cuando esto ocurre en la escuela, un recurso muy socorrido es decir que son “cosas de niños” y que no hay que darle importancia. ¿Cómo lo viviríamos como adultos si nos dijeran que “son cosas de compañeros”? ¿Lo consideraríamos como algo sin importancia, que está hecho sin mala intención? Está claro que no. Sin embargo, con los niños y niñas, que tienen menos recursos emocionales que una persona adulta para gestionar comentarios de este tipo, se suele recurrir a esas explicaciones.
Sin lugar a dudas, el número de horas que pasan nuestros hijos/as en el colegio/instituto es muy elevado y lo que ocurra en esas horas va a afectar y moldear de una forma u otra sus vidas. Además, se trata de una etapa de la vida fundamental porque es una etapa en la que la persona está en formación y lo que viva en esos momentos seguramente va a condicionarlo el resto de sus vidas a nivel de autoestima, de percepción de su propia identidad, de su valor como persona, etc.
Por eso, al ser un tiempo en el que los niños/as se están formando no sólo a nivel intelectual o académico, sino también social y emocional, es muy importante que los profesores proporcionen herramientas necesarias para que aprendan a gestionar las experiencias de esta etapa tan fundamental de sus vidas. Tan importante como enseñar lengua, matemáticas o sociales es que los profesores ofrezcan a los alumnos y alumnas (tanto los que hacen estos comentarios como los que los sufren) a gestionar las diferencias y usarlas como forma de enriquecimiento en vez de cómo forma de acoso, discriminación o menosprecio.
¿Están preparados/as los profesionales para este reto? ¿Contempla el sistema educativo la importancia de ofrecer formación al profesorado no sólo para impartir conocimiento académico sino también conocimiento que afecta a la persona en su totalidad?
Hoy día estamos en la era de la información y disponemos de una cantidad ingente de recursos y herramientas para gestionar cualquier tipo de conocimiento, de forma que la escuela sea algo más que un espacio para transmitir durante miles de horas, datos, fechas y números, y pase a convertirse en un lugar donde los niños y niñas vivan una parte importante de su infancia y adolescencia aprendiendo a sacar lo mejor de ellos mismos y a desarrollarse como seres humanos en su máximo potencial.
En nuestro país existen muchas asociaciones de familias adoptivas y profesionales que trabajan con ellas que, sin duda, están dispuestos a ofrecer todo tipo de recursos y estrategias a los centros educativos y sus profesores/as para gestionar el “hecho adoptivo” dentro de sus aulas de forma que suponga una fuente de enriquecimiento y no de conflicto tanto para ellos mismos como para sus alumnos y alumnas.
Del libro Compartiendo lo aprendido, desechando los prejuicios sobre adopción y acogimiento. Introducción al capítulo: Los otros niños, los que no son adoptados. Por Marga Muñiz Aguilar. Orientadora Educativa Terapeuta y escritora.
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