La resilencia es un concepto que en adopción se emplea mucho, una palabra de nueva acuñación de la que no todo el mundo conoce o comprende sus dimensiones, su dilatado significado. En Adopción punto de encuentro Le pedimos a Conchi Martínez Vázquez como reconocida profesional que nos explicara el concepto y enseguida se ilusionó con el proyecto de esta web y con la idea de explicárnoslo ya que en sus matices a veces parece difícil y oscuro y nos ha regalado una explicación además de clara, y llena de luz, bellísima.
|Concepcion Martínez Vázquez Psicóloga Diplomada en Trauma infantil y psicoterapia sistémica por IFIV. Pro-fesora asociada Universitat de València.
| Posee un magnifico blog llamado resilenciaifantil.blogspot.com
Resiliencia. Palabra de difícil pronunciación pero fácil entendimiento cuando la conoces. Me vais a permitir que intente ser en este espacio embajadora de la palabra resiliencia, tanto si sabéis de ella, para lanzaros un guiño de complicidad y compromiso social con la infancia, como si no la conocéis, para ayudaros a descubrir un camino de esperanza.
Intentar vincularla a otros conceptos más conocidos popularmente no es posible. Su origen proviene de la física, la ingeniería y la metalurgia para describir la capacidad de algunos metales para recobrar su forma original después de sufrir una presión deformante. Podríamos decir que inicialmente servía para simbolizar la elasticidad de un material, la propiedad que le permite absorber energía y deformarse, sin romperse, cuando es presionado por otro objeto o fuerza exterior, y seguidamente recobrar su extensión o forma original una vez que cesa dicha presión, como ocurre con una cinta elástica, una pelota de goma, un muelle, o la caña de bambú. De hecho, procede del vocablo resilio que significa volver atrás, volver de un salto, rebotar.
La resiliencia es entendida desde hace tiempo como la capacidad de una persona para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido o transformado pese a las circunstancias desfavorables. Hace algunas décadas que empezó a aplicarse el concepto a las ciencias sociales y más concretamente en estudios sobre los factores de riesgo, pues se observaba que, en contra de lo esperable, había algunas personas que lograban sobreponerse a situaciones adversas pese a haber crecido en contextos desfavorecidos. Se pensaba entonces que había personas invulnerables, invencibles, pero no es así. Los estudios sobre la resiliencia permiten afirmar hoy en día que la respuesta resiliente no es la excepción de la norma, aunque para que se desarrolle entran en juego una serie de factores.
Algo tan especial ¿Cómo se desarrolla?¿Se puede promover la resiliencia? Afortunadamente la respuesta es que sí. Podemos hablar de resiliencia infantil primaria, tomando la definición de Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan (2011) como “la capacidad de sobreponerse a los desafíos y las adversidades de la vida, gracias a que los progenitores y/u otros adultos significativos, han satisfecho sus necesidades, les han educado y protegido respetándoles como sujetos legítimos, particularmente en los tres primeros años de vida cuando la maduración, organización y desarrollo del cerebro y la mente infantil se va conformando, gracias a los buenos tratos. La manifestación más importante de esto es el desarrollo de un apego sano o seguro, resultado de los cuidados, estimulación, protección y el afecto que las figuras de apego primario, en especial la madre, proporcionan a sus hijos e hijas.” Resumiendo: los buenos tratos, la sensibilidad de los adultos que cuidan del niño desde que nace, promueven la resiliencia infantil.
¿Y cuándo esto no se ha dado? ¿Y si el contexto donde ha nacido y crecido un niño o niña no ha sido protector y bien tratante? ¿Qué ocurre en el caso de niños y niñas adoptados?
También puede promoverse la resiliencia en estos niños y niñas, pese a que hayan vivido experiencias de abandono o maltrato. Para explicarlo me vais a permitir que utilice la metáfora del acordeón o resiliencia secundaria.
Siempre he admirado a las personas que tocan el acordeón, ese instrumento voluminoso con una gran cantidad de botones del que sólo alguien preparado puede conseguir arrancar una bonita melodía. Del mismo modo, admiro enormemente a los padres y madres adoptivos que de manera entregada acogen, cuidan, protegen y aman a niños y niñas portadores de mochilas con vivencias tan enigmáticas y complejas como las numerosas teclas del acordeón, capaces de producir armoniosos acordes…o de sonar estridentemente con notas desorganizadas e inconexas.
La resiliencia en la adopción es como el sonido melódico de un acordeón. Su dificultad es tan grande como la belleza de sus notas. Manejar un acordeón no es fácil. Dos cajas de madera en los extremos sostienen y contienen el fuelle consiguiendo que vaya abriéndose y cerrándose de manera armoniosa. La parte derecha del acordeón no se mueve, da estructura, contiene la presión que ejerce la parte izquierda haciendo que el fuelle vaya teniendo movimientos de vaivén cambiantes. El niño o la niña adoptados vienen con su caja de resonancia, con sus vivencias, con su historia. Ese fuelle representa los momentos de su vida, en otro tiempo descontrolado, replegado sobre sí mismo a veces, expandido, sin autorregulación ni control otras. El lado izquierdo del acordeón es el que va moviendo el instrumento, en un baile melódico en el que se pierde el compás muy fácilmente: representa su historia anterior a la adopción. Es fácil encontrar acordes desafinados de esta historia en forma de conductas de autoestimulación, automatismos o movimientos estereotipados o repetitivos. Otras veces hacen perder la armonía las respuestas desmesuradas o también la hostilidad, la falta de atención, los miedos, el desapego a las cosas y las personas, las mentiras. Leer e interpretar bien la partitura es importante para conseguir que suene una bonita melodía. Promover la resiliencia en los niños y niñas adoptados supone ir más a allá de la propia conducta. Significa leer entre líneas que dichos comportamientos, sin sentido aparente, han sido adquiridos por el niño o la niña para compensar la falta de estimulación externa, o simplemente para aislarse de un contexto hostil que sobrepasaba su capacidad de integrar sus emociones, sensaciones, representaciones (¿cómo hacerlo cuando la mente no está aún desarrollada o cuando la representación de sí mismo se concibe como en estado de amenaza?).
La parte derecha del acordeón (los padres adoptivos), curiosamente no se mueve cuando se toca el instrumento y sin embargo es la más importante. Tiene una especie de teclado de piano y es la que permite arrancar la melodía mediante el manejo adecuado de las presiones que vienen del otro lado por una parte, y la acertada colocación de los dedos sobre las teclas por otra. Para abrir y cerrar el fuelle es necesario aplicar la fuerza adecuada, contener, limitar, crear una estructura que tenga la suficiente firmeza para mantener el equilibrio pero al mismo tiempo la flexibilidad que posibilitará el movimiento de fuelle, los giros, los cambios de dirección. Las normas, los límites, son como las barandillas de un puente, sin ellas, el niño o la niña caería, carecería de estrategias suficientes para conducirse por la vida.
Otra cuestión muy importante es la postura, sobre todo porque hay que colocar sobre el pecho el instrumento con la suficiente holgura de las cuerdas que sujetan. Si se ponen muy cortas, el instrumento ejercerá una presión en el corazón que puede provocar cierta asfixia. Si están demasiado flojas el control del instrumento va a ser muy difícil y puede caer. Sentimientos de impotencia, decepción, incomprensión e incluso desesperanza surgen en ambas situaciones. Solo un músico avispado es capaz de ajustar bien las cuerdas ayudado por otras personas del entorno que le ayudan a mantener el peso y el equilibrio. Nadie dijo que tocar este instrumento fuera fácil.
Resiliencia en la adopción no es olvidar la historia del niño o niña, es manejarse adecuadamente con la invisibilidad del pasado siendo consciente de sus efectos. Cada niño o niña adoptado es como un libro incompleto al que o bien le faltan hojas porque han sido arrancadas inconscientemente de su mente para protegerse de recuerdos o sensaciones que duelen, o porque la vida le ha colocado numerosos borrones de tinta que le impiden tener una lectura coherente de lo que significa estar en relación al otro, que han manchado la imagen del adulto noble, predecible, sensible, devolviéndole un reflejo oscuro con el sello de la desconfianza. ¿Cómo leer bien una partitura a la que le faltan hojas o hay borrones? Descubrir la historia de ese niño o niña solo es posible conociendo bien las partes de ese acordeón, además sin la posibilidad de poder mirarlas, es decir, desde la consciencia de lo invisible, sin saber qué es lo que estaba escrito en las páginas que faltan pero que, sin embargo, está ahí, de forma latente unas veces y otras haciéndose presente en formas diversas.
Solo la capacidad de manejar de manera adecuada las dos cajas extremas, la postura que se adopte para tocar el instrumento y la consciencia de la presencia invisible del pasado, van a permitir que se promuevan los recursos resilientes del niño o niña adoptado, que se interprete una melodía armónica combinando movimientos internos con el apoyo y contención externos. Ahora cerrado, ahora abierto. Y es precisamente ese movimiento resiliente el que va a posibilitar el desarrollo de sus capacidades, la aceptación de sus limitaciones, la capacidad de superar las dificultades, la posibilidad de encontrar un sentido a su vida, de contar una historia de sí mismo como persona querible y con capacidad para querer, de danzar acompañado bajo el sonido de la música afectiva encontrando su lugar en el mundo.
Resiliencia en la adopción es ese vaivén controlado, ese ir y venir unas veces avanzando y otras retrocediendo como el acordeón, es recobrar el control y la forma cuando las circunstancias o memorias implícitas imponen presiones que desestabilizan. Es la capacidad de interpretar melodías del pasado con ajustes del presente, el poder de superar adversidades y seguir tocando una canción de amor.
Sobre Conchi Martínez Vázquez
Es Lda. Psicología y Pedagogía. Psicóloga SEAFI Camp de Túria. Pro-fesora asociada Universitat de València.
Posee numerosos trabajos publicados entre ellos los libros :
“Familias y menores. Retos y propuestas pedagógicas”
Editorial: Tirant lo Blanch. Colección: Márgenes
Editorial: Tirant lo Blanch. Colección: Márgenes
Ha creado un blog imprescindible: Resiliencia infantil.Apego, parentalidad y buen trato
Nuria
Gracia as!