Se cumple un mes del inicio del confinamiento para evitar la propagación del Covid19. Para sorpresa de muchos, este tiempo de confinamiento no está siendo tan complicado para muchos menores, adolescentes y jóvenes que han sufrido adversidad en la infancia temprana, TEAF, etc. Sus familias comentan que, por el contrario, están encantados con el confinamiento, más tranquilos, incluso más cercanos, compartiendo juegos, cocinando o haciendo deporte juntos.
Es verdad que no es en todos los casos, pero esos comentarios me han hecho pensar por qué para algunos el confinamiento está suponiendo una experiencia positiva.
La siguiente carta es fruto de esa reflexión, una hipótesis de trabajo. Creo que es importante encontrar una respuesta para que este tiempo de confinamiento no sea simplemente un paréntesis en sus vidas.
Dicen que muchas personas están aprovechando estos días dentro de casa para hacer limpieza, arreglar cajones, tirar cosas que no sirven pero que han guardado durante años. Quizás también es un buen momento para hacer limpieza dentro de nuestra casa interior, nuestro yo, y deshacernos de cosas inservibles que no funcionan, poner orden en nuestros cajones interiores… y que cuando salgamos de nuevo a la vida fuera de nuestras casas no sólo hayamos acabado con el virus sino también con muchas situaciones y sentimientos tóxicos que están poniendo en peligro nuestra vida interior y la de los nuestros.
CARTA A MI MADRE Y MI PADRE
Creíais que no iba a aguantar.
Que explotaría estando tanto tiempo en casa.
Y no está siendo así.
Para vuestra sorpresa.
Pero no para la mía.
No he explotado todavía.
Ni lo voy a hacer.
Aunque esto dure mucho.
Aunque sí que estoy enfadado.
Y siento rabia.
Primero fue TDAH.
Después SAF.
Ahora TEAF.
También lo llamáis Adversidad Temprana.
¡Qué más da!
Muchos nombres para nada.
No necesito siglas.
Ni diagnósticos.
Necesito que me veáis a mí.
Y ha tenido que llegar este maldito virus para que me entienda yo mismo.
Y para que, espero, me entendáis vosotros.
¿Sabéis por qué me siento a gusto con el confinamiento?
Porque el mundo de fuera para mí es un mundo hostil.
Sí, he dicho hostil.
Muy hostil.
Tengo que luchar por todo más que los demás.
Y todo para no conseguir nada.
Para fracasar.
Sí, para no llegar nunca.
Porque no apruebo.
Porque no tengo amigos.
Porque no encuentro trabajo.
Y si lo encuentro no lo mantengo.
Tampoco tengo pareja.
Y si la encuentro, tampoco la mantengo.
En casa, con el confinamiento,
No se espera nada de mí.
Sólo que no la líe.
Así que, por fin, cumplo vuestras expectativas.
No la estoy liando.
Ahora da igual que no tenga amigos.
De todas formas no se puede salir con ellos.
Da igual que no siga el ritmo de los demás en clase.
Porque ahora no hay clases.
Da igual que no tenga trabajo.
Porque no se puede salir a trabajar.
Y yo, por fin, me siento seguro.
Tranquilo.
En casa.
Con el confinamiento.
Ahora no tengo que demostrar nada.
No me tengo que comparar con nadie.
Ahora no soy agresivo.
No exploto tanto.
En realidad, no exploto nada.
¿Y si cuando se acabe el confinamiento
dejo de sentirme así?
Me da miedo.
Porque prefiero vivir así.
Sin explosiones ni violencia.
He oído decir que este virus va a suponer un cambio de paradigma.
No sé que quiere decir eso.
Pero sí sé qué es lo que me gustaría que pasara.
Que dejarais de compararme.
Que dejarais de esperar cosas que no puedo hacer.
Qué esperaseis las que sí puedo hacer.
Aunque no fueran las que os hubieran gustado para mí.
Que yo os quiero.
Aunque a veces no lo parezca.
Claro que a mí a veces me parece que no me queréis.
Aunque sé que lo hacéis.
Creo que todo está desordenado.
Y no solamente yo.
Me gustaría poner orden en mi vida.
Pero para eso necesito que vosotros también lo pongáis.
Sí, vosotros que parecéis tan ordenados.
A mí no me lo parecéis.
O al menos no es el orden que yo necesito.
Necesito sentir que primero me veis a mí.
Y después las cosas que hago.
O las que no hago.
Y no al revés.
Ya sé que tiene que ser duro tener un hijo como yo,
que no soy como os gustaría que fuera.
Pero también es duro para mí saberlo y sentirlo.
Muy duro.
Ya me gustaría a mí ser ese hijo o esa hija que esperabais.
¿Y que hago yo si no llego?
Hasta ahora me rebelaba y explotaba.
Ahora he descubierto por qué me rebelo y exploto.
Y espero que vosotros también lo descubráis.
Quiero seguir confinado toda mi vida.
Aunque ya no haya confinamiento.
Aunque salga a estudiar.
O a trabajar.
O con chicos y chicas de mi edad.
O no.
Quiero sentir que no me comparáis con nadie.
Quiero sentir que me aceptáis como soy.
Con mis debilidades y mis fortalezas.
Que soy como los demás.
Uf, se me ensancha el pecho sólo de pensarlo.
Sí, soy como los demás.
Para vosotros.
Para mí.
Para los demás.
¡Qué descanso!
Sólo de pensarlo me tranquilizo.
Sólo de sentirlo me siento más capaz.
Capaz de proponerme retos.
Y de cumplirlos.
Capaz de cambiar.
Y hacerlo.
Capaz de ser yo mismo.
Y serlo.
Capaz de cumplir vuestras expectativas.
Aunque no fueran las primeras que tuvisteis sobre mí.
Pero sí son las que yo puedo cumplir.
Gracias al confinamiento.
A lo aprendido.
Y a lo vivido.
Quiero volver a empezar.
Empezar sin reproches ni resentimiento.
Empezar de cero o de cien.
Pero empezar de nuevo.
Desde otro sitio.
Desde otro espacio.
Os espero allí.
Os quiero.
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Sección dirigida por Marga Muñiz Aguilar, Orientadora Educativa, Terapeuta, especialista en temas educativos y adopción internacional. Fundadora y directora de la asociación Tolerancia Cero que en este espacio pondrá en relieve aspectos de interés vital que sirvan para comprender, hacer más visible y ayudar a todas las familias, a los niños y niñas y adolescentes que de una u otra forma se ven afectados por el Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF).
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