Los límites dejan huella en el cerebro de los niños.

La dificultad para modular la respuesta impulsiva es una característica que subyace estructuralmente a los cuadros clínicos que con mayor incidencia motivan las consultas psicológicas en niños.

Esta dificultad da lugar a cuadros clínicos diversos: el Trastorno por Déficit Atencional con o sin hiperactividad (TDAH), el Trastorno Negativista Desafiante y el Trastorno Disocial Infantil, así como en los cuadros de ansiedad, enuresis y encopresis.

Los trastornos que devienen de la dificultad para controlar los impulsos, se caracterizan por generar conflictos en la convivencia, que tiende a escalar, provocando situaciones de estrés, en particular en la familia. Estas situaciones muchas veces son tan frecuentes que generan un vínculo marcado por la hiperreactividad, convirtiéndose en un círculo vicioso, que obstaculiza el desarrollo personal en lugar de favorecerlo.

Ruth Iris Alterman. Licenciada  en Psicología. Universidad de Buenos Aires. Miembro del equipo de niños y adolescentes de Fundación PROSAM. Analiza la importancia de los límites en el curso de la crianza de un niño, en particular su función clave en la adquisición del control impulsivo, entendido como la capacidad de modular la respuesta impulsiva. De su trabajo denominado: Límites. La función de la crianza en la modulación de la respuesta impulsiva. Una aproximación interdisciplinaria Hemos extraído las siguientes locuciones:

Los límites instituyen una falta, la prohibición indica que algo no está permitido, por tanto señalan que todo no es posible.

Los límites dejan huellas en la constitución subjetiva y por lo tanto en el cerebro de los niños, huellas que se reflejan en desarrollo de nuevas sinapsis.

Los límites, pausan, postergan, desvían, ponen un dique a la satisfacción impulsiva, que como todo dique frena el curso natural y obliga a los impulsos a buscar nuevos caminos, produciendo nuevas conexiones, que en definitiva se traducirán en nuevas estrategias.

Es por esta razón que los límites no requieren de violencia ni de enojo. No ponen en juego una rivalidad sino una asimetría. Cuando un padre dice, “No”, cierra un camino de satisfacción pulsional, pero a la vez habilita otros. No se trata sólo de prohibir, sino de enseñar.

Y de la conclusión del trabajo de Alterman queremos resaltar:

La crianza es un elemento crucial en la construcción del la persona como individuo y son cruciales sus efectos en la formación del cerebro, una de las funciones parentales clave respecto de la crianza en la adquisición del control impulsivo es la puesta de límites ya que actúa como un dique de contención a la expresión impulsiva, a la vez que abre nuevos caminos de desarrollo neuronal, lo que se traducen en mayores recursos emocionales.

La función de andamiaje es entonces crucial, muchas cuestiones sobre las que los padres suponen que hay que poner límites, en realidad son cuestiones vinculadas a lo que tienen la responsabilidad de enseñarle a sus hijos, más por la vía de la facilitación y la identificación que de la prohibición.

Cuando esto no está claro, los padres suelen sentirse desautorizados, y escalar a límites violentos, sin entender que además de señalar lo que no deben hacer deben ayudarlos a aprender lo que se espera de ellos.

La dificultad para poner límites, tiene consecuencias importantes en la estructuración psíquica y sin duda afecta la adquisición del control impulsivo, así como de las demás funciones ejecutivas.

 

«Límites. La función de la crianza en la modulación de la respuesta impulsiva. Una aproximación interdisciplinaria». Publicado en la revista Diagnosis de la fundación PROSAM por Ruth Iris Alterman. Lic. en Psicología. Universidad de Buenos Aires. Miembro del equipo de niños y adolescentes de Fundación PROSAM. Maestría en Psiconeuroinmunoendocrinología . Universidad Fafaloro.

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