Las Necesidades Especiales de algunos niños en el aula, con suerte, están tipificadas en protocolos que se aplican con más o menos acierto a niños diagnosticados con más o menos acierto ( no todos, pero sí algunos) porque muchos niños que han sufrido Adversidad en su Infancia Temprana son catalogados y medicados por trastornos que no se corresponden a sus problemas.
Hoy quiero centrarme en esos alumnos que a veces puede parecer que son, o mejor dicho «están», como los demás, porque las heridas son invisibles. Si tuvieran la cara llena de cicatrices o alguna dificultad evidente física o sensorial, no costaría tanto darse cuenta de que están dañados, Jorge Barudy, psiquiatra experto en neurobiología del trauma, lo denominó «el dolor invisible de la infancia», niños y niñas a los que no se les puede evaluar por sus conocimientos, sino por sus avances y con los que además hay que centrarse no en cuanto sino en cuando empezaron a avanzar. Niños que se incorporan a una vida «normal» y académica cuando el tren ya está en marcha y además de problemas cognitivos, funcionales y personales tienen que hacer el tremendo esfuerzo de aprender a aprender y “ponerse al día” y esto para el docente es también un esfuerzo añadido, sin duda un gran reto: sentir el placer de enseñarles y conseguir que ellos encuentren placer en aprender. Un aprendizaje que no puede ser mecánico o memorístico sino mediado y basado en experimentar además de ayudarles a regularse, a planificar y ejecutar esos planes que por sencillos que sean para los demás, cuando las funciones ejecutivas están alteradas, se vuelve una tarea difícil de conseguir muy desmotivadora y ya estamos de lleno en el campo de las Necesidades Específicas que se trata, entre otras cosas, de sus dificultades para planificar y sus problemas para mantener el orden. No hay más que echar un vistazo a sus mochila, sus libretas o a sus mesas para entenderlo. De sus déficits de memoria, de la falta de habilidad para generar estrategias que les ayuden a recordar los datos necesarios y para la posterior recuperación de la información, ese chip que a veces falla, esa rapidez con que aprenden y al mismo tiempo lo pronto que olvidan lo aprendido; también desconcierta y mucho cuando ves que pueden resolver operaciones aritméticas de cierta dificultad pero son incapaces de ordenar números en serie, por ejemplo. Que sepan que estamos en el mes de octubre pero que no tengan la menor idea de cuantos meses o días tiene un año porque no tienen interiorizada la noción del tiempo, por citar alguna.
Aprenden, claro que aprenden, pero dan la sensación de que no saben dónde ubicar lo que están aprendiendo y si lo que se consigue meter en sus cabecitas no les resulta práctico, no les sirve o no lo experimentan, será como dibujar en baldosas con acuarelas bajo la lluvia.
Necesitan mucha supervisión por sus dificultades con las habilidades cognitivas. Necesitan que se le repita todo muchas veces con mucha paciencia, puesto que, como ya he dicho, pueden tener problemas de memoria a corto plazo. No es que no te estén prestando atención y por eso no se enteran, es que de verdad no retienen, y por eso hay que darles instrucciones consistentes, pocas cosas cada vez y muy claras.
Estos niños, necesitan que se establezcan rutinas muy claras para que disminuya su ansiedad y sepa qué se espera de ellos. Necesitan que les hablen en un lenguaje concreto, sin palabras que tengan doble sentido o ironía, porque no lo «pillan».
Y la Necesidad Específica por antonomasia, quizá la del punto de partida, es que les miren de otra manera, «escucharles con los ojos» como diría Iñigo Mtz. de Mandojana. Las dificultades que presentan muchos de estos alumnos son una expresión de sufrimiento y de daño sufrido que muchas veces resulta invisible, pero cuando se aprende a mirarles, se vuelve evidente. Algunas veces es fácil divisar los signos porque presentan una gran discrepancia entre entre lo que parece que deberían poder hacer y lo que realmente pueden hacer, un alumno que simplemente no avanza en lectura, por ejemplo o un niño quien, a pesar del esfuerzo notorio, parece no dominar las tablas de multiplicar.
Pero los signos no siempre son claros, y muchos niños hacen grandes esfuerzos para esconder sus dificultades, agobiados por estar luchando para hacer cosas que parecen fáciles para otros niños.
El gran desafío que nos plantean los niños que han sufrido Adversidad en su Infancia Temprana es entender que sus problemas de aprendizaje y de comportamiento forman parte de su sufrimiento. El reto es comprender qué les pasa, por qué son como son y por qué hacen lo que hacen. Detectar esas Necesidades Específicas NO es fácil y es un reto añadido a lo que significa enseñar. Desde la experiencia de padres, madres, maestros, y orientadores se ha creado una herramienta fundamental para ayudar a los docentes en esta titánica tarea. GUÍA DIFICULTADES DE APRENDIZAJE EN LA ESCUELA POR T.A.T. , es gratis, muy visual, sencilla de utilizar y su única motivación es la de divulgar la necesidad fundamental de tener presente las circunstancias de la historia previa de muchos menores que han sufrido abandono, negligencia o maltrato para que el sistema educativo no sea injusto con ellos con expectativas y demandas que pueden estar fuera de sus posibilidades, si no se les ofrecen las herramientas o los recursos necesarios para alcanzarlas. Y lleva un mensaje:
LOS NIÑOS QUE HAN SUFRIDO T.A.T. NO SON NIÑOS PROBLEMÁTICOS,
SINO NIÑOS CON PROBLEMAS A LOS QUE HAY QUE AYUDAR.
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El objetivo es que llegue al mayor número de docentes y orientadores posible.
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