DESEO Y ADOPCIÓN.Los peligros de la «paternidad terapéutica» Por Juan Alonso Casalilla Galán

En este artículo dirigiremos nuestra atención al deslizamiento que se produce, en  ocasiones desde la paternidad (adoptiva) a la paternidad terapéutica. El objetivo es  reflexionar sobre sus posibles peligros, pues a veces los profesionales nos centramos  demasiado en el daño presupuesto en la historia de los niños susceptibles de protección, y en nuestras intervenciones colocamos a los padres unas expectativas de reparación,  que los pueden llevar a una espiral de rigidez y perfeccionismo.

Los padres adoptivos en general, llevados por el sano interés de ejercer sus funciones  de la mejor manera posible se forman e informan sobre las necesidades y peculiaridades  de su “forma” de ser padres (la adversidad temprana, las necesidades específicas de los  menores, las secuelas del desamparo y el abandono…etc.) Sin embargo, este  conocimiento valioso sobre los menores debe ser colocado en el lugar adecuado para  que dé sus frutos, pues a veces y sin quererlo este “exceso de saber” o mejor dicho su  “mal uso”, alentado por muchos profesionales contribuye a:

– Desvirtuar el lugar de padres. Si trasladamos lo terapéutico y reparador a la  relación padres-hijos estamos construyendo una mala versión de las relaciones.  Las relaciones personales deben de estar sujetos al deseo de uno para con el  otro, en el aspecto más personal del término. En la terapia por definición una de  las partes está dañada y la otro tiene las claves para su reparación. Lo más  terrible es que el hijo no es hijo, sino niño dañado susceptible de reparación y los  padres expertos en lo que el otro necesita (en virtud del conocimiento científico  adquirido para ese grupo poblacional).

El terapeuta sí puede, sin entrar en matices, situarse en ese escenario, su  relación es parcial y aunque trascendente en sus actuaciones, no involucra toda  la existencia del otro. En nuestro trabajo el ideal puede servir de horizonte y  guía. Por el contrario, los padres no pueden dejar seducirse por el ideal  terapéutico, la relación con su hijo es única y debe ser otra cosa.

– Generar expectativas irreales de reparación, así como una falsa ilusión de poder,  ilusión que lleva a veces a la impotencia, una vez comprobado que la pauta  general no nos sirve para las escenas concretas con las que lidiamos.

– Puede contribuir a velar conflictos actuales, que tienen que ver con la dinámica  familiar actual. El consenso científico en torno a la adopción, donde se señalan  los efectos negativos sobre el desarrollo y el vínculo de la adversidad temprana puede llevar a la necesidad de ejercer una paternidad terapéutica en virtud de ese daño sufrido. Este saber general protege a algunas familias de tener que  conectar con el sentir de las dificultades de crianza creadas por las dinámicas  familiares actuales y que tienen que ver con la historia y características de la  familia adoptiva y no con el pasado traumático del hijo. A veces también se  convierten en la coartada para empezar a dar pasos hacia la desconexión de  alguno de sus miembros que se señala como el chivo expiatorio del sistema  familiar.

Los padres de Manuel, adoptado en España a los pocos meses de nacer, conscientes de  la adversidad temprana sufrida, ponen a su disposición todos los apoyos profesionales  necesarios. Muchas de sus reacciones y comportamientos son leídas bajo el prisma de  un supuesto pasado carencial.

En el ámbito académico valoran el esfuerzo y el estudio por encima de todo, sin  embargo, Manuel no responde, su rendimiento es bajísimo y en clase está ausente. Sus  padres saben que es inteligente, incluso tiene unas capacidades cognitivas superiores a  la media. Pronto empieza la espiral de consecuencias negativas a su bajo rendimiento,  retirada de videojuegos, móvil y salidas con los amigos. Los padres tampoco olvidan los  apoyos profesionales necesarios, Manuel lo tiene “todo”, pero la cosa no funciona. Este  conflicto que gira alrededor del rendimiento académico empieza a impregnar todas las  áreas de convivencia. Sus padres perciben un fuerte desapego hacia ellos, así como una  falta de respuesta a los castigos y restricciones que les desespera.

Las entrevistas psicológicas realizadas con los padres de Manuel consiguen, al menos en  un primer momento, abrir la reflexión. Lo más importante que observamos, al principio, en las entrevistas psicológicas con los padres y con el chico es que Manuel con el tiempo,  ha puesto de su parte cuanto podía para no comprometerse y hacerse regañar en  exceso, como un modo de eludir el planteamiento del deseo de su adopción.

Rastreando la historia de este chico de quince años, observamos que los padres han ido  eludiendo los conflictos que presentaba desde su primera infancia, su historia de  adopción no había sido suficientemente elaborada. Su adopción, motivada por la  infertilidad de la pareja supuso una alegría inmensa, pero Manuel no ha sabido nunca el  motivo por el que llegó a formar parte de su nueva familia, el motivo era ubicado en él,  en la necesidad que él tenía de una familia, y de ser reparado en un supuesto daño  pretérito. Y lo más importante, no había podido, hasta el momento, elaborar una  percepción que ahora con la adolescencia valoraba con rabia, pues según su percepción,  para el padre, un sobrino dos años mayor que Manuel es el modelo con el que  comparaba a su hijo permanentemente y de una manera que el chico vivía con  humillación y desprecio.

En el transcurso del tratamiento Manuel se fuga y sus padres se encuentran ante un  abismo y perciben que pueden perder a su hijo para siempre. Este “movimiento” de  Manuel puso a los ante el abismo de la pérdida real, sólo entonces accedieron a ese tú  me haces falta, deseamos estar, vivir contigo…sin metas de reparación ni expectativa  alguna. Convirtiéndose en esa base segura a la cual regresar sin condiciones. Manuel  por su parte por primera vez se sintió como algo valorado “sin falta” sin necesidad de  ser reparado para ocupar un lugar en la vida de sus padres.

Así, sólo tras la profunda crisis de Manuel y su familia, y destruidos todos los saberes y  expectativas viejas se pudo volver a construir una nueva relación. Ambas partes sin  perder su lugar tras la maraña de saberes, prejuicios entendieron que se necesitaban  más allá de las características y faltas de cada uno.

El caso de Manuel no es un caso aislado. Estas crisis son necesarias e implican un modo  de crecimiento, en el sentido de que cada uno encuentre su lugar.

La adopción está para la dignidad de hijo y de persona, así como proporcionar unos  padres que sensibles a sus necesidades, acompañen a su hijo en su crecimiento, que  disfruten se su crianza que disfruten de su crecimiento, de sus exploraciones, que sean  base segura a la cual regresar sin condiciones. No base sabia y científica que repara.

 

Esta es una sección dirigida por Juan Alonso Casalilla Galán y que tiene como objetivo dar algunas claves para pensar de otra manera, interrogarnos y reflexionar sobre aspectos generales que están en la base y que son la razón de ser de las relaciones en adopción y acogimiento.

 

Os invitamos a leer los artículos que atesoramos en esta web escritos por Juan Alonso Casalilla además de los anteriores a este artículo de la sección «DESEO Y ADOPCIÓN»

 

 

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