Suele hablarse con frecuencia de niños adoptados y acogidos “muy problemáticos” y con “graves problemas de conducta” o “tempranamente traumatizados”. Dichos conceptos poseen el carácter de diagnósticos, y en general los diagnósticos pueden valorarse de manera contradictoria. El aspecto negativo es que pueden actuar como profecías autocumplidas. A los padres les dicen que su hijo tiene “problemas de conducta” y empiezan a observar a su hijo en relación con la conducta “problemática”. A partir de entonces resultan sospechosas muchas conductas que, de no ser por el diagnóstico, habrían considerado inofensivas y nunca les habrían llamado la atención. Con su búsqueda desconfiada de la confirmación del diagnóstico, los padres –sean conscientes o no, lo quieran o no- envían luego a su hijo invitaciones para que confirme las expectativas (las sospechas): cuando los hijos desean atraer la atención de sus padres, no tienen más que mostrar una “conducta problemática”, y comienza la danza del problema.
Los diagnósticos crean expectativas, y con mucha frecuencia las expectativas producen precisamente aquello que se espera…
Ahora bien, ¿qué se designa en realidad con diagnósticos tales como “traumatizado”? ¿Una conducta observable del niño aquí y ahora? ¿Su explicación (en la primera infancia pasó tal cosa y tal otra, por eso ahora se comporta de tal modo)? ¿O la valoración de la conducta (causa mala impresión porque difiere a las expectativas y normas habituales)?
… Cuando se habla de traumatización de la primera infancia, se escogen metáforas provenientes de la medicina. En el ámbito médico se entiende por trauma el resultado de una violencia externa sobre el cuerpo. La palabra “trauma”, traducida literalmente (del griego), significa ”herida” esas imágenes médicas sugieren guiarse por el tratamiento de heridas o lesiones físicas para tratar a la persona físicamente “traumatizada”.
… Puede resultar apropiada para comprender los traumas psíquicos de los adultos. Pues cuando éstos quedan traumatizados –por ejemplo, por ser supervivientes de catástrofes naturales o accidentes graves-, las estructuras psíquicas que hasta ese momento aseguraban la supervivencia individual se ven seriamente afectadas.
…En el caso del llamado niño tempranamente traumatizado nos enfrentamos con una situación muy distinta, por eso conviene construir otras explicaciones (otras relaciones causa- efecto). Sus estructuras psíquicas no se han fijado, aún son extremadamente flexibles. De modo que la influencia de los acontecimientos externos (la interacción con las personas que lo cuidan en su entorno inmediato) no sólo es mucho mayor que en el caso de un adulto traumatizado, sino también cualitativamente distinta.
Cuando las estructuras están apenas desarrolladas, los llamados acontecimientos traumatizantes no las destruyen, pero ejercen una influencia decisiva en el proceso de su construcción y reconstrucción (y esto puede tener consecuencias de alcance mucho mayor).
Si observamos desde esta perspectiva el efecto de las separaciones tempranas, parece mucho más adecuado analizar el desarrollo temprano de los hijos adoptivos como resultado de “procesos de aprendizaje”. En este caso, la pregunta es mucho más específica: ¿a qué tipo de estructuras psíquicas conducen las diversas condiciones de desarrollo o, mejor dicho, a qué resultados de aprendizaje conducen las diferentes condiciones de aprendizaje sociales (familiares)?.
Cuando la conducta de un niño adoptado se explica como el resultado de un proceso de aprendizaje no se deducen las mismas consecuencias que cuando se la considera el resultado de una traumatización. Por un lado, el término “aprendizaje” suena un poco menos dramático que “traumatización”; por otro lado, el aprendizaje abre muchas más posibilidades de acción concretas para el presente y el futuro que la traumatización.
…Es importante destacar que las experiencias tempranas, seguramente dolorosas, que a muchos niños adoptados y acogidos les toca vivir no sólo pueden ser una carga para su vida posterior (lo cual por desgracia suele ocurrir con frecuencia), sino que también son capaces de abrir posibilidades. La valoración no es tan forzosa como sugieren las metáforas del trauma.
…Si cambiamos el modelo explicativo de la “traumatización temprana” por el del aprendizaje temprano” para los problemas de –y con- los niños adoptados, no sólo nos parece que encaja mejor con el estadio de desarrollo físico y psíquico del recién nacido y del niño pequeño, también tiene consecuencias prácticas para la relación con nuestros hijos adoptivos. Pues un hecho aislado puede funcionar como trauma (eso está implícito en la lógica del modelo del trauma). Por el contrario, si partimos de la base de que nos enfrentamos con procesos de aprendizaje, los sucesos únicos adquieren un estatus diferente, pues el aprendizaje está ligado a las repeticiones.
…Para los padres adoptivos eso significa que deberían pensar que todo lo que sus hijos posiblemente hayan aprendido antes de la adopción es diferente a lo que aprendieron otros niños y puede ser la causa de dificultades.
Consejos de supervivencia para padres adoptivos
Christel Rech-Simon, Fritz B. Simon
Herder Editorial
¿Los padres adoptivos necesitan consejos distintos de los que se dan a los padres de niños no adoptados? ¿Se trata realmente de su «supervivencia», como supone el título algo dramatizante de este libro? Nosotros pensamos que la respuesta a ambas preguntas es «sí». El número de adopciones se ha incrementado extraordinariamente durante los últimos años. Muchas de estas familias no tienen más problemas que los habituales propios de la vida. Sin embargo, una parte de estos padres adoptivos se ven envueltos, junto con sus hijos, en un drama para el que no están preparados. Para estas familias “al borde de un ataque de nervios”, Christel Rech- Simon y Fritz B. Simon, terapeutas y padres de dos hijas adoptivas, ofrecen una ayuda práctica. El libro enseña a las madres y a los padres que no tienen por qué sentirse desamparados ante unas situaciones de crisis que parecen no tener ninguna solución. Todo lo contrario: se puede hacer algo aunque a veces sea diferente de lo que uno comúnmente supone y espera.
Fritz B. Simon es doctor en medicina, profesor de dirección y organización en el departamento de empresa familiar de la universidad de Witten/Herdecke. En el campo de la psicología, trabaja como asesor de organización sistémico, psiquiatra, psicoanalista y terapeuta familiar sistémico. Es considerado uno de los principales representantes de la terapia sistémica de la escuela de Heidelberger.
Christel Rech-Simon es psicoterapeuta analítica para niños y adolescentes. Trabajó primero y durante muchos años en una institución psicológica, después en su propia consulta psicoterapéutica.
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