10 características de las personas resilientes. Por Helena Arias Vidaurre

QUÉ CARACTERIZA A LAS PERSONAS RESILIENTES, AQUELLAS CAPACES DE SUPERAR SUS PROBLEMAS Y SEGUIR ADELANTE

Imagínate la siguiente situación: si se te cae un vaso de cristal al suelo, seguramente se romperá en pedazos; si se cae uno de madera o incluso de hierro, no se romperá, aunque podría quedar magullado. La situación es la misma para ambos vasos, pero el resultado no. La resiliencia es, en cierto modo, el material del que estamos hechos; y puede ser un material frágil que se rompe fácilmente, o un material duro que resiste los golpes, aunque queden magulladuras.

Las dificultades y los problemas forman parte de la vida. Pero no estamos indefensos frente a los acontecimientos, ni somos víctimas de nuestro destino. Todos podemos sobreponernos e incluso de crecer a través de ellas, gracias a nuestros procesos de resiliencia.

ALGUNOS APUNTES SOBRE RESILIENCIA:

Una de las definiciones más importantes de resiliencia la hicieron Manciaux, Vanistendael, Lecomte, y Cyrulnik; para ellos, resiliencia es “la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves”. Es decir, resiliencia es poder ver más allá de la situación y crecer en la adversidad.

Sin embargo, aunque en muchas ocasiones parece que hablamos de una habilidad, la resiliencia no es un rasgo estable, sino un proceso que ponemos en marcha cuando tenemos que enfrentarnos a algún problema.

Además, es muy importante que comprendamos que en los procesos de resiliencia intervienen factores internos y externos a la persona. Como veremos más adelante, la estabilidad emocional es fuente de resiliencia, del mismo modo que lo son los buenos amigos.

La resiliencia se trata de un proceso en constante evolución, fruto de una interrelación de factores intrapsíquicos, interpersonales y ambientales; un proceso que irá variando a lo largo de la vida según la edad y las circunstancias y que puede darse en algunas áreas, pero no en otras. De hecho, se ha demostrado que las personas que viven en situaciones de alto riesgo, pueden poner en marcha procesos de resiliencia en algún momento de sus vidas; pero si permanecen en la adversidad, sin apoyos de ningún tipo, lo normal es que acaben agotándolos (Luthar et al., 2000; Luthar, 2005; Cyrulnik, 2001).

CARACTERÍSTICAS DE LAS PERSONAS RESILIENTES:

Sienten: resiliencia no es lo mismo que frialdad o invulnerabilidad. Las personas resilientes no están exentas de sufrimiento; lo pasan mal, como todos. Lo esencial es que la resiliencia les permite superar el trauma sin que suponga consecuencias graves y perdurables (Cyrulnik, 2002).

Son capaces de dar un significado a lo que les ha sucedido: decía Eduardo Galeano que estamos hechos de historias. Así, es. Estamos hechos de los relatos de nuestra vida. De una misma situación, pueden emerger muchos recuerdos y será esto lo que determine cómo vamos a sobrellevarla.

Tienen un concepto de si mismas positivo y estable: las personas resilientes mantienen su autocrítica a unos niveles saludables y tratan de involucrarse en actividades que les hagan sentirse bien, en lugar de autodestruirse. Pero, además, tienen una personalidad estable en el tiempo, saben quienes son, cuales son sus valores y sus fortalezas, así como sus carencias y debilidades.

Afrontan sus problemas: las personas resilientes son pragmáticas. Miran a sus problemas de frente, no los niegan ni se dejan consumir por ellos. Se enfocan en las soluciones y en las maneras de superar la situación. No son personas dramáticas o victimistas.

Saben que después de la tormenta, llega la calma: a veces el vaso no está medio lleno. A veces el vaso ha quedado vacío. Pero las personas resilientes mantienen una actitud positiva porque saben que poco a poco, lo irán llenando. Confían en ellos por encima de cualquier adversidad. Es más, saben que de la experiencia más dura, también se aprende y se crece.

Aprenden de sus errores y son compasivas: son realistas, saben reconocer cuando se equivocan y pedir perdón si es necesario. Y lo más importante, saben perdonarse a si mismas.

Gestionan sus emociones: son personas que saben identificar qué están sintiendo en cada momento y qué hacer con esa sensación. Además, tienen una buena capacidad empática.

Son flexibles: no temen al cambio ni a las crisis, pues han tenido que afrontarlos en muchas ocasiones y saben que pueden traer más oportunidades que dificultades.

Mantienen relaciones sanas: se rodean de gente que les apoya y a quienes pueden pedir ayuda. Estas relaciones no nacen de la nada, ellos las han cultivado y cuidado previamente. Saben desarrollar vínculos fuertes y saludables porque, seguramente, los tuvieron en su infancia. El amor y el cariño dejan huellas imborrables.

Tienen sentido del humor: Ser capaces de reírnos de nuestras propias desgracias nos permite alejarnos emocionalmente del dolor y fomenta un mejor estado de ánimo. Pero ojo, como todos los mecanismos de defensa, si se utiliza de forma rígida, pierde totalmente sus beneficios.

 

 

 

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