“Recordar siempre que pertenecer crea vínculo, pero no deuda. Nuestros hijos pertenecen a nuestro hogar, pero no nos deben nada. Nosotros elegimos tenerles, no les preguntamos. Los tuvimos porque quisimos ser padres y madres. Fue nuestra decisión. Somos nosotros los que les debemos darles esas raíces y esas alas, ese hogar al que pertenecer cuando estén listos. Y la gratitud por todo lo que nos brindaron. Si alguien debe a alguien, somos nosotros a ellos.”
Hace tiempo participando en un foro de las redes me topé con el comentario de una persona adoptada adulta, que abanderaba el alegato de que no le debía nada a nadie y por tanto no tenía por qué estar agradecida a nadie, por nada. No era una discusión acalorada, era una declaración de intenciones. Sus argumentos eran los mismos que he oído y leído muchas veces, ella no había pedido que la trajeran al mundo, ella no había pedido que la adoptaran. Pero algo esta vez hizo pararme a pensar porqué y qué significan esas expresiones.
¿Por qué no reconocer a los demás por lo que son, por lo que han hecho y por las cosas por las que les queremos?
Estas ideas parecen encontrar eco en muchos otros hijos, adoptados o no. Como si el agradecimiento fuera una moneda con la que pagar unos servicios prestados que ellos no hubieran pedido. Como si no agradecer fuera un derecho adquirido con fuerza ante unos padres que no han escogido.
Yo tampoco escogí a mis padres, de hecho no conozco a nadie que lo haya hecho. Tal vez los niños adoptados a partir de una edad pueden recusar o admitir a los solicitantes a su paternidad… Pero eso es otro hilo.
Yo no escogí a mi familia y ahora como adulta que ha superado la edad en la que sus padres murieron, soy muy consciente sus faltas, de sus carencias, de sus errores y de lo que me legaron para bien o para mal. Pero aunque no los escogiera, aunque muchas veces me disgustaran sus decisiones, o no me gustara cómo eran en algunos aspectos que hoy valoro y en otros que aún repruebo, me siento muy agradecida por su dedicación, por sus desvelos, por sus cuidados y sus enseñanzas y hasta por mi sentido crítico hacia ellos que ellos mismos me enseñaron.
Ni los sentimientos ni el amor son moneda de cambio. No creo en las monedas de cambio emocionales. La gratitud para mí, no conlleva transferencia de bienes ni servicios pero tampoco creo que tenga que ser tachada de las prácticas familiares, sea el tipo de familia que sea. Ni creo que los padres y madres, adoptivos o no, tengan que conformarse con un “no te debo nada.”
Mostrar agradecimiento va mucho más allá de pronunciar la palabra mágica «gracias», es mostrarle a la otra persona que realmente valoramos y somos capaces de apreciar lo que ha hecho por nosotros o lo que nos ha dado de ella. Pero no crea deuda emocional.
La deuda emocional es un estado afectivo que puede generar culpa. Se siente cuando alguien hace algo por nosotros y no nos creemos merecedores de recibirlo sin más o a cambio de un simple “gracias”. Las deudas emocionales funcionan de manera similar a las deudas materiales. Si no podemos pagarlas, llega la angustia, el malestar y la preocupación. Es una carga pesada, tal vez por eso negamos el agradecimiento, para no sentirnos en deuda.
Entre padres e hijos no hay cuentas pendientes. No se trata de eso. Tal vez algo como el resentimiento podría dictar esas ideas. Porque nuestros hijos no tienen una deuda con nosotros. Nada tienen que devolver en términos de “préstamo, obligación o gravamen”. Nada cuantificable. El agradecimiento a los mayores no emana de sumar o restar bienes o favores. Tampoco tienen adquirida una deuda moral. Nada que les grave en sus conciencias. Que es lo que parece temerse.
El agradecimiento/la gratitud son buenas prácticas entre seres humanos. Como el respeto o la honestidad.
Según el país “Hay en la Red una discusión abierta acerca de la conveniencia o no de responder a los mensajes con un nuevo mensaje de «gracias». Las estadísticas son contundentes e inapelables: se generan billones de correos electrónicos y SMS adicionales, se pierden miles de horas laborales abriendo y gestionando estos correos, y se colapsan bandejas de entrada del correo personal y hasta servidores. Todo ello es cierto a nivel global, pero no menos cierto es que a nivel individual cada mensaje de gratitud es, si está bien expresado, no solo necesario, sino extremadamente valioso para mantener las relaciones.”
Pero no es lo mismo dar las gracias que agradecer. Ser educado no es lo mismo que ser agradecido. La gratitud no es una fórmula de cortesía, es un sentimiento y una actitud ante la vida.
No esperar nada por nuestra acción es el camino para hacerlo de forma sincera.
Cuando recibo el agradecimiento por algo que haya hecho con sacrificio me resulta muy grato, pero cuando hago algo que significa un esfuerzo no cuento con el agradecimiento como pago, y sobre todo mi acción no depende de ello. Si haces algo por convicción, no debes esperar la gratitud del otro. Lo haces y punto. Pero tampoco esperas a cambio un “no te debo nada”, porque suena a todo lo contario que reconocimiento: desprecio.
«Cuando se trata de la vida lo fundamental es saber si das las cosas por sentado o las recibes con gratitud». G.K. Chesterton
«La gratitud es una actitud de reconocimiento de lo que recibimos y vivimos, que a su vez genera unas emociones positivas tanto en nosotros mismos, como en la persona que la pueda recibir». J.I. Díaz Carvajal
Ser agradecido además te hace saber que eres valioso porque otra persona, en un momento dado apostó por ti. Creyó en ti. Y eso te enseña a ser capaz de apostar fuerte tú.
Llegados a este punto vuelvo a Pepa Horno, en su maravilla de libro Ser madre, Saberse madre, Sentirse madre dice «La maternidad y la paternidad es un regalo que nos hacen nuestros hijos y no al contrario» y se nos ha dado y para siempre». Por ello a los míos les estoy muy agradecida con una lista interminable de GRACIAS que resumo en darles las gracias porque me han llenado la vida de cosas por las que estar agradecida.
Y claro, no puedo terminar esta reflexión sin daros las GRACIAS por haberla leído.
- Os invito a leer el artículo en Petales de nuestro colaborador y director de ADOPCINE, José Ignacio Díaz Carvajal sobre este tema y que titula La gratitud terapéutica
- Os traigo a colación este vídeo de Psicoveritas inmerso en un post que explica cómo afecta la gratitud al cerebro.
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