Rupturas que hay que procesar. Montse Vázquez

el dueloSabemos que nuestro niños tienen heridas, leves o graves, pero las tienen.
Sabemos que su comportamiento puede estar determinado por un pasado que les hirió duramente.
Sabemos que su lugar en el mundo puede resultarles incómodo, difícil de entender o asumir.
Sabemos tantas cosas…
A veces llegar a este conocimiento requiere mucho tiempo. Un tiempo doloroso de incertidumbre, inseguridad y miedo. Un tiempo que puede hacer estragos en el equilibrio emocional de la familia, de los padres, de las madres, de los hermanos…
Y no pasa nada. Al menos, aparentemente.
El entorno se va ubicando respecto a la situación, a las característica particulares de nuestros hijos, de nuestra nueva familia. Se acostumbran a las rabietas, a los miedos, a los comportamientos disfuncionales y nos otorgan las correspondientes etiquetas. Sacan sus propias conclusiones y elaboran sus propias teorías. Y siguen adelante con esta nueva visión de nuestro devenir.
Es el flujo de la vida. Imparable, inclemente. Nos arrolla.

Sin embargo, de puertas para adentro esto no es tan sencillo ni tan evidente.
Cuando nuestros hijos plantean problemas demasiado complejos, la vida cambia. Y nos quedamos como atrapados en esa circunstancia. Desde fuera es muy fácil asumir. Al fin y al cabo cada uno tiene su propio carro del que tirar.
Pero desde dentro hay muchas rupturas que hay que procesar.

El Duelo no es ninguna invención. No es ninguna tontería y no es algo que se escoja. Es inherente a las renuncias, al dolor y a la aceptación. Es más, es anterior a ésta.

Lo que ocurre, es que en adopción siempre están presentes sentimientos complejos que a veces dificultan el reconocimiento de este duelo.
Cuando nuestros hijos nacen enfermos o enferman de gravedad, todo el mundo entiende el duelo. Es algo terroríficamente doloroso que el entorno puede comprender de alguna manera y que habitualmente no es juzgado de forma negativa. Si tu hijo padece una dolencia incapacitante todo el mundo te ofrecerá en mayor o menor medida su comprensión o su empatía.

Hay-MontsePero cuando nuestros niños adoptados llegan a casa con problemas las cosas pueden ser diferentes. Me refiero a los casos más frecuentes en los que aparecen problemas poco evidentes a primera vista. Los problemas que hacen que el transcurso de la relación se vea fuertemente alterado y los padres en encuentren con un niño, con una paternidad totalmente diferente a la que soñaron.

Los padres detectan, sufren y tratan de batallar con estos handicaps desde casi el principio. Pero la diferencia con el duelo que antes mencionaba es que la comprension exterior pasa por filtros muy diferentes.

El hecho adoptivo crea en muchas personas una expectativa más frágil de la aceptación del niño. Muchos padres adoptivos han sentido y sienten, la necesidad de algunas personas externas de cantar las cualidades de nuestros propios hijos ante nosotros. O bien, de justificar cada comportamiento recordándonos sus dolorosos orígenes. O justo lo contrario, de reducir al máximo las expectativas con los pequeños recordando sus deprivaciones iniciales. Dejando los sentimientos de los padres sin un espacio seguro en el que aflorar.

En definitiva: hay un cierto recelo acerca de la intensidad de nuestro amor, de nuestro compromiso, de nuestra vinculación…Eso, lo corrige normalmente, el tiempo. Y las familias se van consolidando ante el entorno, despejando dudas.

Por eso el reconocimiento de la decepción, del miedo o del dolor, tiene implicaciones que a veces hacen que el duelo quede escondido, disimulado bajo la necesidad de demostrar el amor y la realidad de nuestras familias.

Sin embargo…

Sin embargo, el duelo es un proceso imprescindible de reconocimiento emocional. Cuando una pareja debe cambiar su imagen ideal de nuevos padres, en la que quizás, imaginaron que se incorporarían a su familia llena de primos con un niño que enseguida sería uno más y se encuentran con un pequeño disfuncional, que requiere un cuidado especial para ir curando su maltrecho corazón. O soñaron con un bebé al que mecer y se encuentran con un pequeño que rechaza brutalmente el contacto. O pensaron que se sentirían orgullosos de su nuevo hijo y tienen a su hijo explusado del colegio por mal comportamiento una y otra vez. O… hay un necesario cambio de expectativas que puede no ser tan sencillo.

Y no pasa nada. Sentir dolor porque tus sueños no resultaron ser como pensabas es normal. Sentir dolor porque tu hijo está herido es normal. Sentir dolor porque tus esperanzas han cambiado es normal.

Es evidente que no todo el mundo pasa por un duelo al adoptar. Adoptar es algo grandioso que promueve un caudal ingente de emociones maravillosas. Y en muchos casos resulta fluido y sencillo.

sentirPero no en todos. Y por eso este post. Porque sentir que tu hijo no es como esperabas no significa no quererlo. Porque decepcionarte, o angustiarte cuando ves que los problemas te asaltan no quiere decir que no lo sientas tuyo.

Durante el proceso de duelo hay que reconocer los sentimientos que nos hieren con claridad. Compartirlos con personas de nuestra total confianza, que no juzguen ni se asusten. Buscar información acerca de los problemas que nos acucien. Hablar con un profesional si llega el caso. Remover, airear, compartir…las tres claves para hacer la limpieza general de las emociones que el Duelo requiere.

Negar los sentimientos no los hace más pequeños. El duelo, cuando llega, hay que pasarlo. Masticarlo cuidadosamente sin sentirse culpable y caminar el recorrido que las emociones nos van mostrando hasta llegar al objetivo final:

Aceptar a nuestros hijos como son. Sin reducir al mínimo nuestras expectativas para no sufrir. Sin imaginar escenarios terroríficos que no existen más que en la imaginación. Reconociendo sus numerosas cualidades y componiendo su idiosincrasia personal sin comparaciones, sin rencores.

Cuando el duelo se ha procesado real y efectivamente, sentiremos que amamos a nuestros hijos sin condiciones, con sus pupas, con sus fortalezas, con sus irritantes defectos a veces y con sus increíbles cualidades la mayor parte del tiempo.

No nos sentiremos culpables ni buscaremos culpables fuera de nosotros. Asumiremos, seguiremos caminando y al fin, sentiremos la paz y la alegría de ser sus madres.

gracias

 

Montse Vázquez. Periodista, Publicista. Escritora.Empresaria y madre por partida doble. 

|enesteprecisoinstante.blogspot.com
|www.tulibroamedida.com

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2 Comments

  1. avatar
    A vueltas sobre los duelos | una madre de Marte
    27 abril, 2015 at 11:47 am

    […] Hemos hablado en otras ocasiones de los duelos que han (o deberían haber) hecho los niños por las pérdidas que han sufrido antes de la adopción, y de los duelos que hemos (o deberíamos haber) hecho los padres cuando llegamos a la adopción. Pero los duelos no siempre se hacen antes… hay algunos que hacemos después. Me ha gustado mucho cómo lo explica este artículo: […]

    • avatar
      Adopción punto de encuentro
      27 abril, 2015 at 2:53 pm

      Los duelos nuestras propias mochilas, qué poco se habla de esto y qué importante es no ya sólo en adopción sino también en la vida de cada uno y más cuando se tienen hijos que parecen remover todas las historias…
      Gracias, tu comentario anima mucho a seguir. Desde la admiración hacia tu blog y sus contenidos siempre fuera de lo de siempre, siempre ahondando y haciendonos reflexionar, te agradezco mucho esas palabras. Un abrazo

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