¿ Por vocación u obligación? María Martín Titos y Mercedes Moya

Cada año es como una lotería. Nuestros hijos  han tenido grandes docentes a los que hoy día les debemos mucho. Pero nos ha tocado de todo, y la verdad dependemos de la suerte del docente que nos toque, y de eso depende el desarrollo de la paz y armonía familiar durante todo el año. Las familias con hijos que se salen de la norma, ya sea por arriba o por abajo, vivimos siempre con el temor a que llegue el quince de septiembre y nos toque el gordo de la lotería.

¿Qué significa ser maestro? Un maestro o una maestra, en sentido general, es una persona a la que se le reconoce una habilidad extraordinaria en una determinada escuela u otro lugar. Es quien enseña y comparte sus conocimientos con otras personas, sus alumnos.

Muchas veces nos planteamos esta pregunta.  Nos gustaría saber si todos los que estudian la carrera de Magisterio, lo hacen porque les gustan los niños, porque su deseo es enseñar y educar y porque verdaderamente quieren dedicarse a ello.

Pero ¿qué ocurre con todas estas personas que estudian la carrera por estudiarla? ¿Cómo creen que desempeñan su tarea? Queremos pensar, aunque al principio no tuvieran suficiente vocación, no significa que no se impliquen en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pero ¿todos se implican?, ¿o algunos se limitan a dar sus clases sin más, sin preocuparse si la información se está transmitiendo de forma adecuada, si el lenguaje es claro y sencillo y si los niños y niñas aprenden?, ¿los tratan como alumnos, como personas, o como “algo” que forma parte de su trabajo?

¡Son tantas las preguntas que podemos hacernos y tantas las respuestas que podemos dar! Detrás de cada persona, de cada docente, hay unos intereses, unos compromisos, que hacen que actúen de una u otra manera, ya que no sólo por el hecho de ser profesor por vocación significa ser un profesor o profesora ejemplar, que se prepare sus clases y que vele por los intereses y el aprendizaje de sus alumnos y alumnas, porque ¿es suficiente tener vocación para ser un buen docente? Claro que no. Influyen muchas más variables como el interés, la motivación, el grado de implicación o el compromiso, entre otros.

¿Y el entorno? ¿Influye? Por supuesto. El contexto es algo que siempre está presente.  Dependiendo de un centro o de otro. No es lo mismo los recursos, el nivel de los alumnos y alumnas, la implicación de los padres o el ambiente.

Algo que también hay que tener muy en cuenta es que no es lo mismo un grupo de docentes con la misma motivación e implicación, que todos trabajen por un mismo fin, que trabajen de forma cooperativa, y siempre para la mejora del centro y el aprendizaje de sus alumnos y alumnas, que aquellos docentes que se dedican a desempeñar su tarea sin más, que no quieren colaborar en ningún proyecto y que sólo se limitan a dar sus clases.

Al hablar del proceso de enseñanza-aprendizaje, no nos estamos refiriendo a la mera transmisión de información, sino al ciclo total del proceso educativo desde la planificación y preparación de la enseñanza, la creación de ambientes propicios para el aprendizaje, la enseñanza propiamente como tal, hasta la evaluación y reflexión sobre la propia practica del docente, necesaria para retroalimentar y enriquecer el proceso.

Queridos/as docentes ¿os dais cuenta que ser profesor o profesora es un privilegio y una responsabilidad enorme?, si nos paramos a pensar, nos percataremos que está en vuestras manos, educar a las personas, es decir, formar a la población futura, a aquellas personas que en un futuro no muy lejano participarán indirectamente en nuestra vida, curándonos como médicos, protegiéndonos como policías, o manteniendo limpias nuestras calles como barrenderos, entre otros oficios,  pues siendo a vosotros a quien se os encarga su educación tarde o temprano os sentiréis  recompensados porque al fin y al cabo habéis hecho un buen trabajo.

Ya sabemos que cada alumno tiene unas necesidades y unos intereses distintos, y unos de los grandes principios es atender a la diversidad. 

Hay que garantizar que la docencia es comprometida y por vocación. Y valorarla mucho más de lo que se la valora. Desde nuestro punto de vista el cambio brutal que hay que dar al sistema educativo no requiere inventar nada, ni hacer experimentos. Tenemos grandes ejemplos en el mundo y países que tienen un sistema educativo que da muy buenos resultados. No estamos hablando del típico debate como por ejemplo si hay que derogar o no la asignatura de religión, ni de otros temas, con gran carga ideológica, que sirven para desviar la atención.  Se trata de darles a los maestros una buena preparación, así como un sueldo acorde a la gran labor que hacen, y lo más importante, vigilar que el nivel de los educadores sea el correcto.

Es injusto que un docente que no tiene vocación para serlo, o como puede ocurrir en algunos casos, que directamente no soporta a los niños, pueda permanecer en su puesto de trabajo sin un mínimo requisito de reciclaje, aprendizaje continuo ni recolocación en otro puesto que le vaya mejor, más acorde a las habilidades de ese profesional. En la escuela pública nos encontramos con la excusa de que son funcionarios y que no se les puede mover de sitio. Es difícil imaginar a un cirujano, en cualquier hospital público, que le de miedo la sangre, o que le tiemble la mano al utilizar el bisturí y que se mantenga en su puesto porque el sueldo y la seguridad que le proporciona está por encima del paciente al que tiene que operar. Esto es muy serio, porque se trata de nuestros niños y niñas, de nuestro futuro. Además de que supone otra injusticia con todos los docentes cualificados, con vocación, con ganas de hacer bien las cosas y con ACTITUD, por encima de su aptitud, que estén buscándose la vida con otro trabajo porque no hay plazas libres donde enseñar.

Todo sistema educativo debería sacar lo mejor de cada niño o niña, para que en el futuro no se pierda ningún potencial. Debemos construir entre todos un sistema educativo donde el colegio, los padres y los maestros y maestras formemos un buen equipo con el fin de sacar lo mejor de cada niño y cada niña. Y, por supuesto, respetando lo que son, niños. Nuestro futuro.

Enseñar implica brindar una orientación sobre qué camino seguir. Puede aplicarse al acto que realiza un docente, o los padres y madres. Porque no podemos olvidar el gran papel que juegan los padres en la educación de sus hijos, ya que enseñar no es sólo responsabilidad del docente.

Por ello, nos gustaría resaltar, que ser maestro/a es una profesión dura, con mucha responsabilidad, que nos aporta muchas gratificaciones, pero para la que se necesitan una preparación, una vocación, y por supuesto, implicación.

 

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